No lo digo sólo porque quiera vender: Absenta dulce es sobre todo producto del trabajo duro de Ada Torres Toro. Diez años de investigación, pero cerca de quince de replanteamientos, tejidos narrativos, viajes, discusiones, golpeteos, volteretas en la almohada... quisiéramos tener algún día en nuestras manos los borradores, los pasos en falso, los caminos que el ingeniero Pasquier decidió abandonar. Usted esas cuatrocientas páginas se las va a leer en dos días, porque están fluidas, pero sus dos días de lectura tienen un trabajo largo detrás. LaCriba sintetizó seis o siete meses en dos o tres con dobles turnos, y seguirá invirtiendo, porque es su trabajo, su aliento, su razón existencial la de hacer libros, pero vendrán otras editoriales con el tiempo y con la vuelta al mundo, vendrán otros trabajadores, y nuevos ojos cuando la obra esté en marcha. Vendrán traductores, y muchos lectores, siempre con el mismo título y la misma autora. Porque se lo ha ganado. ¿Y a poco no la minuciosidad de Manhattan Rivera en el busto de la portada y la detenida intervención gráfica de Radamés Rosado son un preciso retrato del trabajo duro?
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